En 2025, los mercados financieros globales enfrentan una coyuntura marcada por la interacción entre las economías de Estados Unidos, la Unión Europea y Latinoamérica. Según el análisis de Luis Carvajal, estratega de Tocexa, la clave de este año estará en comprender cómo los ciclos de rotación entre mercados desarrollados y emergentes ofrecen oportunidades para inversionistas con visión estratégica.
En el caso de EE. UU., las perspectivas de crecimiento continúan respaldadas por la innovación tecnológica y un consumo interno sólido. Sin embargo, la elevada valoración de ciertos sectores sugiere la necesidad de una rotación hacia industrias más defensivas y resilientes, como salud e infraestructura.
Mientras tanto, en Europa, la atención se centra en la dinámica de la inflación y en las decisiones del Banco Central Europeo. Carvajal destaca que un eventual descenso en la presión inflacionaria podría generar un entorno favorable para los bonos y para ciertos segmentos del mercado accionario europeo, en especial aquellos vinculados a energías limpias y manufactura avanzada.
Por su parte, Latinoamérica presenta una narrativa distinta: las materias primas vuelven a cobrar protagonismo, y países como Brasil, Chile y México se benefician del incremento en la demanda global de recursos naturales. Al mismo tiempo, el ciclo político en varios países de la región introduce volatilidad, lo que obliga a los inversionistas a combinar tácticas de cobertura con visión de largo plazo.
Para Carvajal, la conclusión es clara: 2025 no es un año para enfoques unidimensionales, sino para estrategias que integren rotación cíclica, diversificación geográfica y modelos cuantitativos de apoyo. Solo con una visión integral es posible aprovechar las oportunidades que ofrecen los tres bloques económicos más influyentes del mundo.